La UE ha asumido seriamente la amenaza del blanqueo de dinero en los últimos años: la cuarta Directiva contra el blanqueo de dinero entró en vigor en junio de 2017, y la quinta versión de las normas debe estar integrada en todos los estados miembros de la UE antes de enero de 2020.
Ambas directivas están diseñadas para fortalecer el marco regulatorio de la UE, así como para promover y mejorar la cooperación entre los supervisores antilavado de dinero y los supervisores prudenciales.
Sin embargo, casos recientes como ING y Danske Bank sugieren que la UE sigue siendo un refugio tan grande para el dinero sucio como siempre, y que las directivas son tan útiles como que los estados miembros estén dispuestos a aplicarlas, los reguladores están dispuestos a cooperar y compartir información, y los bancos están dispuestos a seguir las reglas.
En mayo, la Comisión Europea estableció un grupo de trabajo que reúne a las Autoridades Europeas de Supervisión, el Banco Central Europeo y el presidente del Comité contra el Blanqueo de Dinero para reflexionar sobre las posibles acciones para garantizar una cooperación fluida entre el blanqueo de dinero y la prudencia supervisores en la Unión Europea.
De hecho, el blanqueo de dinero se ha convertido en un tema clave para la UE en la correspondencia reciente de alto nivel.
En la
declaración franco-alemana Meseberg emitida el 19 de junio de 2018 por los líderes franceses y alemanes para revitalizar una mayor cooperación de la UE destaca el lavado de dinero como una preocupación, así como la carta enviada por Mario Centeno, presidente del Eurogrupo (el comité de ministros de la UE destinado a debatir cuestiones relacionadas con la moneda única) al Presidente del Consejo Europeo Donald Tusk el 25 de junio de 2018.
Fuente:
https://www.complianceweek.com
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