Las empresas de todo el mundo se enfrentan a una intensa competencia global y a una amplia gama de tecnologías nuevas que generan una fuerza impulsora para el cambio y ponen de manifiesto su capacidad real de innovación. Cuando en una empresa, esa capacidad de cambio no acompaña el ritmo de la innovación estamos frente a un obstáculo, y en realidad, la innovación tecnológica tiene que ser considerada una importante fuente de oportunidades.

Esa habilidad para adaptarse a las transformaciones - no sólo en términos de digitalización de procesos, también en cuanto a la innovación de las personas, productos, servicios, conocimientos, tecnología - y la posición actual de la empresa, permiten adoptar todo tipo de desarrollos apuntando siempre a las necesidades de los usuarios clientes, produciendo un efecto de autoempoderamiento y convirtiéndose en un hábito.

El denominador común de las empresas que emprendieron con éxito su transformación digital fué el de involucrar a todos sus colaboradores utilizando una herramienta que consideren como una alternativa novedosa y útil a lo que ya saben, que los atraiga de una manera que quieran adoptarla y aprovecharla al máximo.
Así, el cambio deja de ser una excepción no deseada o temida y se convierte en una forma normal de avanzar.

Los resultados también se hacen visibles desde el afuera, no solo los mercados sino el público en general comienzan a reconocer las notables innovaciones de productos y servicios junto con el creciente éxito comercial de la empresa.

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